¿Ha tenido alguna lesión que le ha impedido conducir o trabajar como lo haría habitualmente? ¿Padece un dolor crónico que le dificulta moverse? Quizá ahora tenga una discapacidad o haya lidiado con ella durante mucho tiempo.
Las limitaciones físicas pueden ser frustrantes. Nuestro cuerpo no es todopoderoso y darnos cuenta de ello, naturalmente, puede causarnos pesar. Todos tenemos limitaciones respecto de las actividades que podemos realizar. El envejecimiento limita lo que podemos hacer sin lastimarnos. ¡Ni siquiera los atletas más fuertes, rápidos y flexibles pueden hacerlo todo!
No se trata de que le agrade la idea de envejecer o de tener alguna discapacidad. La clave está en asumir esos límites, en apreciar las capacidades que aún tiene y practicar actividad física de una manera que sea segura y agradable para usted.
Reconozca y asuma sus limitaciones
Antes que nada, respete las indicaciones médicas. Si tiene una lesión y se le prohíbe hacer ejercicio, siga esa instrucción. Siempre es mejor evitarlo por su seguridad.
Lo más difícil es admitir que no podemos hacer algo. Podría sonar como algo así:
- “Por indicación médica, no puedo hacer esfuerzo con las piernas mientras me recupero de la cirugía. Estar en cama es aburrido, pero es importante que lo haga”.
- “Creí que podría hacer ejercicio como siempre, pero las cosas han cambiado desde que perdí el pie”.
- “Después de dar a luz, aún no estoy lista para regresar al gimnasio”.
- “Ya tengo 60 años. No puedo seguirle el ritmo a mis nietos como antes”.
Es importante que admita sus límites y los respete. ¡Piense primero en sanar y en su seguridad! Una vez que reconozca sus limitaciones, puede empezar a encontrar maneras de vivir su vida de la manera más activa y segura posible al tiempo que asume sus impedimentos.
Acéptese tal como es
Es normal que se aflija por las cosas que ya no puede hacer. La clave está en no enojarse con usted mismo por las circunstancias en las que se encuentra actualmente.
Una persona que acepta su cuerpo y limitaciones sonaría así:
- “No tengo que correr maratones ni ser fisiculturista. Solo me enfocaré en estar lo más sano posible”.
- “Usaré esta silla de ruedas el resto de mi vida. Quizá no sea lo ideal, pero es necesario”.
- “Tengo 55 años y así funcionan mis brazos. No son tan fuertes como antes, pero cuento con ellos”.
- “Tener la pierna rota es algo temporal. Sanaré, pero tomará un poco de tiempo”.
No intente alcanzar un estándar imposible. Enfóquese en verse a sí mismo como es en este momento. Sea honesto consigo mismo para que pueda continuar superando esta limitación.
Aprecie lo que sí puede hacer
En lugar de mortificarse por todas las cosas que ya no puede hacer, céntrese en lo que sí puede hacer. Esto evitará que se sienta mal con usted mismo y le ayudará a valorar su cuerpo de una manera nueva y positiva.
Por ejemplo:
- “Quizá ya no pueda salir a correr. Pero sí puedo caminar, y eso es muy importante”.
- “Me siento muy bien sabiendo que puedo seguir trabajando y cubrir mis gastos pese a una discapacidad”.
- “En efecto, sufro un dolor crónico en la espalda. Pero el resto de mi cuerpo se encuentra bien y puedo concentrarme más en eso”.
- “Envejecer es un privilegio que no todos pueden disfrutar. Tengo suerte de poder seguir haciendo mis compras y cocinar para mí a medida que envejezco”.
Incluso gozar de sus sentidos del gusto, del olfato, del tacto, o tan solo respirar son regalos de la vida. ¡Tan solo leer estas palabras (o escucharlas si alguien se las lee en voz alta) es una gran habilidad física! Si alguna vez empieza a quedar atrapado en la autocompasión, tiene la opción de replantear sus ideas y enumerar todas las cosas increíbles que aún puede hacer.
Disfrute la actividad
Una vez que haya pensado en las cosas que puede hacer, ¡hágalas! Es posible que a veces se le presenten obstáculos, pero siempre hay maneras de superarlos. Recordarse a sí mismo sus metas de salud evitará que se agobie con excusas o limitaciones.
Por ejemplo:
- “No tengo ganas de hacer ejercicio con este frío, pero seguramente estirarme un poco me vendrá bien”.
- “No puedo nadar con este yeso en mi brazo, mejor andaré en bicicleta. Siempre he querido intentarlo”.
- “Quizá ya no bailo con tanta gracia, pero me sigue encantando mover el esqueleto! Bailo un poco todos los días para cumplir con mi objetivo de movimiento y levantarme el ánimo”.
- “Noto que me siento mejor después de hacer yoga. Además, me ayuda a olvidarme un poco de mi neuropatía. Dedicaré un poco de tiempo para hacer yoga esta noche”.
Recuerde, se trata de progresar, no de hacer las cosas a la perfección. Seguirá teniendo momentos de frustración y eso es totalmente normal. Simplemente practique esta nueva manera de pensar e intente hacer actividad física segura para usted siempre que pueda. ¡Su cuerpo se lo agradecerá!
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