Desde el tráfico interminable de la autopista hasta los jefes malhumorados: nadie en esta vida se salva de situaciones molestas. Ciertamente, quizás podemos hacerle frente a los contratiempos ocasionales sin que eso nos altere mucho. Pero cuando la presión comienza a erosionar nuestra capacidad de lidiar con las cosas, el resultado es estrés.
En un instante, el estrés puede causar síntomas desagradables tales como irritabilidad, ansiedad, dolores de cabeza y acidez estomacal. A lo largo del tiempo, también puede generar serios problemas de salud, como depresión, hipertensión arterial, enfermedades cardíacas y obesidad.
¿Las buenas noticias? Es posible aprender estrategias que nos ayuden a sobrellevar los problemas. Al aplicarlas sistemáticamente, podremos reducir los peligrosos efectos del estrés.
Póngale un freno al estrés
Esté alerta ante las señales de advertencia de aumento del estrés. Quizás usted sienta que vive en una carrera desenfrenada, pero sin lograr mucho. O más bien todo lo contrario: que está en estado catatónico y sin poder moverse. Puede que tenga los músculos o la mandíbula tensos, o incluso dolores y achaques inexplicables. O quizás sienta agobio, ansiedad, impotencia, rabia o depresión.
Si ya se siente bajo las garras del estrés, pruebe las siguientes estrategias tranquilizadoras:
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Cuente hasta 10. ¿Siente que ya se está irritando? Haga una pausa para organizar sus
pensamientos antes de hablar. Incluso mejor: si le es posible, váyase para otro sitio durante unos cuantos minutos. Una pausa —por breve que sea— quizás le dé la oportunidad de recobrar la calma y poner las cosas en perspectiva.
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Practique las afirmaciones positivas. Reestructure sus pensamientos negativos para darles un giro positivo. Por ejemplo, en vez de decir “Esto es más de lo que yo puedo soportar”, dígase “Haré lo mejor que pueda y, de ser necesario, pediré ayuda”.
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Tómeselo en broma. Haga un chiste, vea un video divertido o comparta una imagen cómica en las redes sociales. La risa es la mejor medicina contra el estrés.
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Impida el inicio del estrés
Para poder atajar el estrés desde el principio, ponga continuamente en práctica las siguientes estrategias:
Asuma el control de su tiempo. Asigne prioridades a sus tareas cotidianas: decida cuáles son las que debe hacer y cuáles puede postergar o incluso eliminar. De ser posible, diga “no” a nuevas tareas cuando su horario ya esté lleno. Y al final del día —incluso si no pudo terminarlo todo—,
felicítese por los logros alcanzados.
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Haga algo de ejercicio. Con tan solo 20 minutos de actividad física (como caminar, correr, andar en bicicleta, nadar, jugar al tenis o bailar) podrá reducir el estrés.
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Dedique momentos para divertirse. Reserve al menos unos minutos del día para hacer cosas que le gusten. Busque un pasatiempo, lea cosas que le encanten, escuche música o trabaje en un proyecto creativo... ¡cualquier cosa que le dé alegría!
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Aprenda a relajarse. Practique un método de relajación que le dé resultado, por ejemplo: ejercicios de respiración profunda, yoga, meditación o atención plena (mindfulness).
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Manténgase en contacto con otros. Cuando la vida nos juega una mala pasada, no hay nada como la solidaridad de familiares y amigos para poder recuperarnos del golpe y salir adelante.
PM08249.A