Cuando su organismo funciona de manera normal, los alimentos que usted come se digieren y se utilizan como fuente de energía para las células del cuerpo. Si usted tiene diabetes, la glucosa que se utiliza como fuente de energía no puede entrar en las células. Si se deja sin tratamiento, la diabetes puede provocar problemas serios de largo plazo.
Cómo obtiene energía el cuerpo
El sistema digestivo descompone los alimentos y los convierte en un tipo de azúcar llamado glucosa. Una parte de esta glucosa se almacena en el hígado. Pero la mayor parte de ella entra en el torrente sanguíneo y se desplaza hasta las células para ser consumida como fuente de energía. La glucosa necesita la ayuda de una hormona llamada insulina para entrar en las células. La insulina se produce en el páncreas y pasa al torrente sanguíneo en respuesta a la presencia de glucosa en la sangre. La insulina funciona como una especie de llave. Cuando llega a una célula, entra en contacto con la pared de la misma y de esta forma le indica a la célula que cree una abertura para permitir la entrada de la glucosa.
Cuando usted tiene diabetes tipo 2
En la primera etapa de la diabetes tipo 2, las células no responden adecuadamente a la insulina. En consecuencia, la cantidad de glucosa que entra en las células es inferior a la normal. Esto se conoce como resistencia a la insulina. En reacción a esto, el páncreas produce más insulina, pero llega un momento en que el páncreas no consigue producir suficiente insulina para compensar la resistencia a la misma. A medida que entra cada vez menos glucosa en las células, el nivel de glucosa en la sangre aumenta hasta alcanzar niveles peligrosos. Esto se conoce como alto nivel de azúcar o hiperglicemia. El resultado es diabetes tipo 2. Las células se encuentran desprovistas de energía, lo cual puede producir una sensación de cansancio y agotamiento.
Por qué el alto nivel de azúcar es un problema
Si el alto nivel de azúcar no se controla, los vasos sanguíneos pueden dañarse. Un alto nivel de azúcar durante un período prolongado afecta a los órganos y a los nervios. En consecuencia, aumentan los riesgos de daños al corazón, a los riñones, a los ojos y a las extremidades. La diabetes también aumenta la peligrosidad de otros problemas, como la alta presión arterial y el alto nivel de colesterol. Con el tiempo, las personas con un nivel incontroladamente alto de azúcar en la sangre tienen más probabilidades de morir o de sufrir discapacitaciones a consecuencia de un ataque cardíaco o cerebral.